Mejor cosas que hacer en Oslo
Las mejores cosas para hacer y atracciones imperdibles en Oslo
Las mejores cosas para hacer y atracciones imperdibles en Oslo
¿Piensas que Noruega es solo fiordos, bosques infinitos y señores llamados Olaf talando madera en completo silencio? Bueno, es hora de actualizar ese cliché con una buena taza de café noruego en la mano y un paseo por Oslo, la capital donde el diseño vanguardista se codea con la naturaleza salvaje, y donde Edvard Munch sigue gritando, aunque sea desde una pared de museo.
Oslo es ese tipo de ciudad que parece sacada de un experimento social entre la elegancia escandinava, el arte más peculiar, la sostenibilidad urbana y un invierno tan frío que tu nariz puede congelarse en tiempo récord. Pero créenos: vale cada centímetro de bufanda.
Prepárate para explorar una ciudad que sorprende a cada paso. Oslo no solo es el centro político de Noruega, sino también su capital cultural, gastronómica y (sorprendentemente) playera en verano. Aquí te dejamos una lista de lugares que no puedes perderte si quieres exprimir la esencia nórdica sin perder el estilo.
En Oslo, nadie entra a un edificio por la puerta como un turista común. No, aquí se sube por el techo. La Ópera de Oslo, con su diseño inspirado en un glaciar, parece flotar sobre el fiordo. Su enorme superficie inclinada es perfecta para caminar, sentarse, tomarse selfies o simplemente contemplar el paisaje como si estuvieras en una postal. Es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad y una joya de la arquitectura moderna.
Ubicado dentro del inmenso Frognerparken, el Parque Vigeland es una de las colecciones de esculturas al aire libre más grandes del mundo creadas por un solo artista. Gustav Vigeland talló más de 200 figuras humanas en bronce y granito, mostrando desde ternura hasta crisis existencial. Si alguna vez quisiste hacer un picnic rodeado de gente desnuda de piedra en poses dramáticas… este es tu lugar.
“El Grito” es mucho más que un emoji moderno del terror existencial; es una obra maestra y el símbolo del alma dramática de Noruega. En el nuevo y flamante Museo Munch, podrás admirar no solo esta icónica pintura, sino cientos de obras de Edvard Munch que te harán sentir emociones que no sabías que tenías. Es visita obligada tanto para los amantes del arte como para los fans del postureo cultural en Instagram.
¿Te gustan los paseos frente al mar, los restaurantes bonitos, las tiendas de diseño y un toque de arte contemporáneo? Entonces Aker Brygge es tu paraíso urbano. Aquí, los antiguos astilleros de Oslo se han convertido en una zona vibrante llena de vida, ideal para comer salmón con estilo. Muy cerca está Tjuvholmen, hogar del museo Astrup Fearnley y algunas de las arquitecturas más atrevidas de la ciudad. Lo ideal es ir al atardecer, cuando todo se tiñe de dorado y parece que la ciudad se pone guapa solo para ti.
Uno de los símbolos más icónicos de Oslo, el trampolín de esquí de Holmenkollen, ha estado desafiando la gravedad desde 1892. Además de ser sede de competiciones, alberga un museo de esquí (porque claro, en Noruega el esquí es casi religión) y una plataforma de observación con vistas espectaculares sobre la ciudad, el fiordo y, en los días claros, hasta Suecia si entrecierras los ojos.
Si estás buscando el alma hipster de la ciudad, ve directo a Grünerløkka. Este barrio bohemio está lleno de cafés con muebles reciclados, tiendas vintage, cervecerías artesanales, librerías independientes y murales callejeros que le dan un aire alternativo que enamora. Es uno de esos lugares donde podrías pasarte el día entero sin hacer nada más que pasear, observar a la gente y descubrir rincones únicos.
Otra zona emergente es Møllegata, que ha pasado de ser un distrito algo descuidado a convertirse en el epicentro del estilo urbano. Aquí encontrarás estudios de arte, galerías pequeñas, panaderías que huelen a cardamomo recién horneado y cafeterías donde no te ponen tu nombre en el vaso porque es demasiado mainstream.
Una de las cosas más mágicas de Oslo es que nunca estás lejos de la naturaleza. Literalmente, en 15 minutos puedes pasar de un museo a un bosque nevado. ¿Quieres una escapada rápida?
Islas del fiordo de Oslo: toma un ferry y explora islitas con playas, casas de madera, saunas y mucha tranquilidad. Ideales para un picnic o un baño (en verano… o en invierno si eres vikingo).
Nordmarka: un paraíso de senderismo, esquí de fondo y paseos con raquetas. Es el lugar ideal para desconectar sin dejar la ciudad.
Bygdøy: la península de los museos, donde también hay playas escondidas, bosques para caminar y unas vistas alucinantes.
La escena gastronómica en Oslo está en auge. Desde clásicos como el rakfisk (trucha fermentada… sí, huele raro pero hay que probarlo) hasta restaurantes con estrella Michelin como Maaemo, la ciudad ofrece sabores para todos los gustos y bolsillos (aunque, seamos sinceros, casi todo en Oslo cuesta lo que en otros países sería una cena para cuatro).
Y por supuesto, no te vayas sin probar los bollos de canela con un café negro. En Oslo, eso es desayuno, merienda, y casi una religión.
Además del Munch, Oslo tiene joyas como:
Museo del Barco Vikingo: donde verás auténticos barcos vikingos del siglo IX. Perfecto para sentirte como Ragnar Lodbrok.
Museo Fram: donde puedes subir al barco polar más resistente de la historia.
La Casa de la Literatura: eventos, cafés, libros y mucho ambiente intelectual.
También hay conciertos, festivales de cine, arte callejero, y un montón de actividades culturales incluso en pleno invierno.
Oslo es una ciudad que sorprende. Es sofisticada sin ser pretenciosa, moderna pero acogedora, y pequeña en tamaño pero enorme en carácter. Aquí puedes comenzar el día explorando una galería de arte de clase mundial, almorzar con vistas al fiordo, y terminarlo en una sauna flotante antes de lanzarte al agua helada (sí, eso es una actividad real y popular).
Consejo de viajero precavido: no olvides llevar tu bufanda, tu mejor sonrisa y… quizás una tarjeta de crédito sin límites para ese café de 7 euros.
Si estás planeando un viaje al norte de Europa, no dejes fuera a Oslo. Es una capital diferente, con un aire escandinavo que mezcla la eficiencia nórdica con la calidez de su gente y la belleza de un entorno natural de otro mundo. Y aunque en invierno el sol apenas aparece, Oslo brilla con su propia luz.
Así que prepara tu abrigo más gordo, tus botas impermeables y tu cámara, porque esta ciudad lo tiene todo: historia, diseño, naturaleza, buena comida… y sí, también gritos silenciosos de arte noruego. ¡Bienvenido a Oslo!