Mejor cosas que hacer en Taskent
Las mejores cosas para hacer y atracciones imperdibles en Taskent
Las mejores cosas para hacer y atracciones imperdibles en Taskent

Guía de viaje a Taskent: qué ver, qué hacer y por qué no deberías saltarte la capital de Uzbekistán
Hay destinos que gritan su fama a los cuatro vientos, como Samarcanda o Bujará, y luego está Taskent: esa ciudad que muchos solo consideran como una escala entre trenes o vuelos. Pero quienes han decidido quedarse un poco más, han descubierto algo importante: Taskent no es una ciudad de paso, es una joya escondida con sabor a plov, arquitectura soviética con alma, y sorpresas a cada esquina.
Con más de 4 millones de habitantes, esta capital no solo es la ciudad más grande de Asia Central, sino también una de las más vibrantes, diversas y subestimadas. Es un cruce fascinante entre la Ruta de la Seda, el legado soviético y un futuro que ya llegó, todo sazonado con mucha hospitalidad uzbeka.
¿Pensando en qué hacer en Uzbekistán? Acá te contamos por qué deberías dedicarle más tiempo a Taskent y cómo disfrutarla como un viajero de verdad (con un toque de humor, porque los posts secos no conquistan a nadie, ni a Google).
Comenzá tu viaje en la Ciudad Vieja, el alma histórica de Taskent. Aquí te espera el Complejo Khast Imam, una parada obligatoria para todo viajero con espíritu curioso. No solo por sus cúpulas azules y arquitectura islámica impecable, sino porque acá se guarda el Corán más antiguo del mundo. Sí, el original. El verdadero. Más antiguo que tu contraseña de Hotmail.
Este complejo es un remanso de paz entre tanto movimiento urbano, ideal para sentarse un rato, contemplar y sentirte como un personaje de novela persa... con cámara en mano, claro.
No se puede hablar de qué ver en Taskent sin mencionar el mercado Chorsu, uno de los lugares más icónicos y caóticos de la ciudad. Bajo su gigantesca cúpula turquesa (que parece sacada de una película de ciencia ficción centroasiática), se esconde un laberinto de puestos de frutas, especias, carnes, pañuelos de seda, frutos secos y montañas de pan fresco.
Consejo SEO-viajero: no te asustes si te ofrecen probar cosas sin decirte qué son. Simplemente aceptá con sonrisa y decí “rahmat” (gracias en uzbeko). Y sí, regatear está permitido, pero hacelo con humor y sin pasarte de vivo. Acá el regateo es casi un arte y una forma de socializar.
¿Hace calor? ¿Querés aprender algo sin sudar? Taskent tiene varios museos que combinan historia, arte y sombra gloriosa. El Museo Estatal de Historia de Uzbekistán es un excelente punto de partida: desde la Edad de Piedra hasta la era soviética, todo está explicado con maquetas, mapas y objetos que te transportan en el tiempo.
Si sos más del team decoración, el Museo de Artes Aplicadas te va a fascinar: alfombras, bordados, cerámicas y arquitectura tradicional uzbeka en un palacete que ya es una obra de arte por sí sola. Ideal para llenar tu galería de fotos de Instagram con azulejos que harían llorar de envidia a cualquier hipster europeo.
Una de las cosas más sorprendentes de Taskent es su arquitectura ecléctica. Acá conviven rascacielos futuristas con restos del brutalismo soviético, mezquitas con minaretes ornamentados y estaciones de metro que parecen salidas de una película de James Bond versión uzbeka.
No te pierdas un paseo por la Plaza Amir Timur, donde la estatua ecuestre del héroe nacional vigila con cara seria pero elegante. Y sí, subite al metro de Taskent: es uno de los más bonitos del mundo, lleno de mosaicos, lámparas de araña y estaciones que parecen salones de gala subterráneos. Bonus: es barato, limpio y fresquito.
¿Qué hacer en Taskent después de tanto turismo? Comer, por supuesto. Esta ciudad sabe cómo conquistar estómagos. El plov es el plato nacional: arroz, zanahoria, cordero y especias cocidos a fuego lento hasta alcanzar la perfección. No te asustes si viene con más aceite del que esperabas: es parte del encanto.
También vas a encontrar shashlik (brochetas de carne), manti (empanadones al vapor), y una panadería tras otra con el clásico non uzbeko, ese pan redondo y dorado que te tienta hasta cuando no tenés hambre.
Si querés algo más moderno, Taskent tiene restaurantes internacionales, cafeterías hipsters y hasta locales de comida fusión que mezclan Asia Central con sabores de todo el mundo. Ideal para un almuerzo instagrameable y sabroso.
Quizás no lo esperabas, pero Taskent tiene una escena nocturna muy viva y muy variada. Desde bares con música en vivo hasta clubes electrónicos subterráneos, la capital uzbeka tiene planes para todos los gustos.
Probá un trago en alguno de los rooftop bars de la ciudad, donde las vistas son espectaculares y el ambiente es relajado. O buscá un club escondido donde DJs locales (y a veces internacionales) hacen bailar hasta el amanecer. Y no te preocupes, la hospitalidad uzbeka también aplica a los cócteles.
Después de tanto comer, regatear y caminar, llega el momento de relajarse. El Parque Navoi es el pulmón verde del centro de Taskent. Ideal para hacer picnic, pasear en bote con forma de cisne (no te rías hasta que lo pruebes), o simplemente mirar la vida pasar entre árboles y risas infantiles.
Vas a ver desde abuelas jugando al ajedrez hasta adolescentes haciendo TikToks. Todo convive en armonía. Si necesitás un descanso, este parque es tu lugar zen.
Taskent no tiene los monumentos milenarios de Samarcanda ni el exotismo desértico de Khiva. Pero eso es justamente lo que la hace especial: es una ciudad real, viva, contemporánea y contradictoria, donde los cafés con wifi se mezclan con mezquitas centenarias y los grafitis modernos colorean bloques soviéticos de concreto.
Además, es una ciudad segura, asequible, hospitalaria y llena de energía, ideal para empezar (o terminar) tu viaje por Uzbekistán con una buena dosis de realidad local.
Moneda: el som uzbeko. Lleva efectivo, pero cada vez hay más lugares con pago digital.
Idioma: el uzbeko es el oficial, pero muchos hablan ruso. Con gestos y sonrisas, todo se entiende.
Transporte: el metro es tu mejor amigo. Rápido, barato y con paradas que son joyas arquitectónicas.
Clima: veranos calurosos, inviernos fríos. Primavera y otoño son perfectos para visitar.
Vestimenta: no hace falta vestirse como en Europa del Este en los años 80. Moda cómoda y respetuosa, y listo.
Conclusión: Taskent merece algo más que una escala
No te dejes engañar por su perfil bajo. Taskent no es solo una puerta de entrada a otras ciudades más famosas: es una capital que sabe sorprender, que te recibe con una sonrisa, un plato de plov humeante y un metro que parece un palacio.
Así que la próxima vez que planees una ruta por la mítica Ruta de la Seda, dale a Taskent el tiempo que se merece. Tu estómago, tu galería de fotos y tu alma viajera te lo van a agradecer.
Y recordá: a veces, las ciudades más inesperadas son las que más dejan huella.